No era fácil simplemente entrar en las Tierras Oscuras y estar tan cerca de la base de operaciones de Akron, el Señor Oscuro. Pero los heraldos caminaron valientemente por las tormentosas llanuras, valles y montañas sin temor.
Gigantes, sombras, demonios y aberraciones intentaron detener su paso, pero siempre prevalecieron los enviados de Algalord. Ni siquiera cuando el monstruo conocido como Nightwalker robó la mítica Espada Esmeralda los heraldos se dieron por vencidos, lucharon hasta el final, hasta recuperar su preciado artefacto.
Pero Dargor, príncipe de las sombras, logró convencerlos con sus artimañas para que lo siguieran a Hargor, lugar donde fueron encarcelados. Quizás todo era parte del plan, pues una vez dentro y despojados de sus pertenencias, los heraldos lograron redimir a un enemigo y servidor de las fuerzas de Akron. Pudieron liberarse de sus cadenas y luchar contra Akron, el rey cruel quien intentaba despojarlos una vez más de la Mítica Espada, unos segundos antes de que Aresius, mago de Elgard los transportara con su magia de nuevo a salvo, fuera de los confines de la corrupción. Lamentablemente, perdieron la Espada en el proceso. El único rayo de esperanza es el hecho de que Akron desconoce los poderes de la Espada Esmeralda...por ahora.
Los heraldos detienen el ejército aliado y cambian de planes. Inician movimientos diplomáticos con las Cortes de las Hadas con la esperanza de tener una ventaja táctica. Los dragones Svir y Aerak, por mientras, reúnen fuerzas dracónicas de las tierras del Este para incrementar sus fuerzas armadas contra las terribles huestes del caos.
La Espada Esmeralda está en las manos del enemigo, pero no todo está perdido. Aún hay esperanza en Onira y en sus Heraldos.
Gigantes, sombras, demonios y aberraciones intentaron detener su paso, pero siempre prevalecieron los enviados de Algalord. Ni siquiera cuando el monstruo conocido como Nightwalker robó la mítica Espada Esmeralda los heraldos se dieron por vencidos, lucharon hasta el final, hasta recuperar su preciado artefacto.
Pero Dargor, príncipe de las sombras, logró convencerlos con sus artimañas para que lo siguieran a Hargor, lugar donde fueron encarcelados. Quizás todo era parte del plan, pues una vez dentro y despojados de sus pertenencias, los heraldos lograron redimir a un enemigo y servidor de las fuerzas de Akron. Pudieron liberarse de sus cadenas y luchar contra Akron, el rey cruel quien intentaba despojarlos una vez más de la Mítica Espada, unos segundos antes de que Aresius, mago de Elgard los transportara con su magia de nuevo a salvo, fuera de los confines de la corrupción. Lamentablemente, perdieron la Espada en el proceso. El único rayo de esperanza es el hecho de que Akron desconoce los poderes de la Espada Esmeralda...por ahora.
Los heraldos detienen el ejército aliado y cambian de planes. Inician movimientos diplomáticos con las Cortes de las Hadas con la esperanza de tener una ventaja táctica. Los dragones Svir y Aerak, por mientras, reúnen fuerzas dracónicas de las tierras del Este para incrementar sus fuerzas armadas contra las terribles huestes del caos.
La Espada Esmeralda está en las manos del enemigo, pero no todo está perdido. Aún hay esperanza en Onira y en sus Heraldos.
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