Tras leer esta expansión de Pathfinder a su escenario de campaña de Golarion, no pude evitar pensar en cuán diferente es Onira y cuán distinto es mi enfoque hacia los elementos orientales en mi escenario de campaña.
No existe un "continente oriental" en Onira. Los elementos inspirados en las mitologías y culturas asiáticas se mezclan en armonía con el resto. No hay una serie de islas con nombres que suenen japoneses ni un continente con cultura china y otro con cultura que parezca coreana.
Hay sumaráis en Silvaria, en la misma Corte Radiante de las hadas. La Corte cuenta con su propia Orden Radiante, un ejército de caballeros élficos con altos ideales de justicia que blanden katanas y montan unicornios. La katana es una antigua arma exclusiva de la Orden Radiante, que inventaron los elfos para proteger a las hadas. La Orden tiene un estricto código de honor y no admiten ninguna otra raza. Los elfos juraron ser los protectores de las hadas durante las guerras feéricas.
Los dragones imperiales coexisten con los cromáticos y los metálicos en la Tierra de los Dragones. Los oni vagan la Tierra Oscura junto a los diablos y los demonios. A la yuki-no-onna se le ha visto entre yetis.

Esto que hace Pathfinder con Dragon Empires ya lo hizo Forgotten Realms con Kara-Tur, un mundo ficticio que es demasiado parecido al mundo real y que divide lo oriental de lo occidental. Siempre me gustó más Rokugan por ser más original en este sentido. Onira no es todo oriental ni todo occidental, es un poco de todo y siempre hay campo para tejer más mitologías y culturas en su lienzo.
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