Fue una noche difícil abordo del Dragonship. Loriel no conciliaba el sueño y los demás heraldos estaban demasiado cansados por el día ajetreado que tuvieron. Loriel despertó prematuramente por el sonido de unas palabras sagradas siendo pronunciadas fuera de su habitación. Pero dentro, un grupo de cuatro coyotes enojados le gruñían amenazadoramente. Loriel los reconoció como hound archons, ángeles del tercer coro, de rango superior a ella, enviados por Raziel para llevarla de vuelta a los montes sagrados.
Loriel pidió quedarse más tiempo, y cuando le informaron que no era posible, obedientemente aceptó volver, sabiendo que la ciudad de Elnor sería atacada pronto por aberraciones marinas. Pero justo antes de desaparecer con los mensajeros de Raziel, cambió de parecer. Los ideales de Loriel ponen la bondad por sobre la obediencia, y aunque para los archons esto es ridículo, Loriel decidió ser leal a ellos. El ángel saltó a través de la ventana del navío para flotar sobre las aguas rojas del Mar de Oro, siendo perseguida por los ángeles coyote que la sumergían en el océano. Pero Loriel luchó fuertemente, constringiendo a uno de ellos con su fuerza superior mientras los demás buscaban la superficie.
Raziel aparecería pronto para advertir a Loriel de las consecuencias de sus acciones y darle una oportunidad, encomendándole salvar el alma de Dargor y purificarla para que fuera una persona de bien nuevamente.
Por mientras, Rose y Arwald despertaban encontrando a Eric el Rey de Elnor en estado catatónico, al igual que el resto de la tripulación del Dragonship. Consternados buscaron alguna pista y encontraron a Loriel sobre las olas del mar tras su encuentro con Raziel. También observaron horribles criaturas saliendo del mar y amenazando las costas de Elnor. Decidieron no esperar a que Eric se recuperara y se apresuraron hacia la costa para lidiar con los monstruos.
Así Loriel y Baru contuvieron un enorme cangrejo atándolo con una cadena y un ancla, mientras Arwald y Rose se encargaban de dos enormes cocodrilos que diezmaban las falanges aliadas. Finalmente, el grupo completo se encargó de los chuuls, monstruos marinos que acababan con los civiles de la costa.
Eric pronto se recuperó y una vez en sus cinco sentidos apreció la situación y condujo a los heraldos a una misión: Robar un artefacto de las profundidades para aplacar los monstruos que aún yacían en el mar corrupto y que pronto amenazarían de nuevo a Elnor.
El Caballero de la Perdición
Arwald no compartía la moral de Eric. Robar no era algo que su código le permitía, y a diferencia de Eric, confiaba en que había una mejor solución. Así que en esta misión su compañero dracónico Aerak tuvo que acompañar solo a Rose y Loriel, debajo de las aguas y hacia las cavernas en el lecho marino. Dos sirenas de ojos grises los guiaron hacia las cavernas, donde con la astucia de Aerak, la sutileza de Rose y la valentía de Loriel, lograron obtener el aclamado artefacto, capaz de controlar a los espíritus del mar.
Mientras tanto, Arwald seguía su propia consciencia, que le decía que fuera a Thorald, la ciudad hermana de Elnor, que era también blanco de los ejércitos blasfemos de Akron. En su camino encontró a Dargor, Príncipe de la Montaña Oscura, quien le informó de la presencia de Akron en la cercanía. Aun así, el Príncipe de Ancelot continuó hasta Thorald, donde vio por primera vez, cara a cara, a la Reina del Horizonte Oscuro, la madre de Akron, esa maldita bruja que había dado su vida por poderes oscuros en un ritual que los ancestros de los heraldos habían logrado evitar. Ritual que había sido completado gracias a la Espada Esmeralda, ahora en manos del Señor Oscuro Akron.
Una lucha se suscitó y Arwald parecía tener la situación bajo control. Entonces le propuso un trato a la Reina del Anochecer, él habría de llevarse las mujeres y niños de la aldea, y se iría de allí hasta el próximo día. La Reina aceptó el trato y así, se firmó la perdición de la aldea de Thorald amigos míos. Decenas de futuras viudas y huérfanos siguieron al príncipe de vuelta hacia Elnor, donde Arwald tuvo otro encuentro violento con Eric, por el conflicto de opiniones que tienen sobre la guerra.
Benjamin tampoco tenía mucha paciencia y cuando los heraldos quisieron volver nuevamente a Thorald, sin la compañía del ejército, el maestro de Rose le ordenó que no asistiera a esa masacre. Rose no obedeció y Benjamin se vio forzado a obligarla.
La ira de Arwald puede convertirlo en alguien muy diferente, un demonio de fuego y venganza, un caballero de perdición.
Loriel pidió quedarse más tiempo, y cuando le informaron que no era posible, obedientemente aceptó volver, sabiendo que la ciudad de Elnor sería atacada pronto por aberraciones marinas. Pero justo antes de desaparecer con los mensajeros de Raziel, cambió de parecer. Los ideales de Loriel ponen la bondad por sobre la obediencia, y aunque para los archons esto es ridículo, Loriel decidió ser leal a ellos. El ángel saltó a través de la ventana del navío para flotar sobre las aguas rojas del Mar de Oro, siendo perseguida por los ángeles coyote que la sumergían en el océano. Pero Loriel luchó fuertemente, constringiendo a uno de ellos con su fuerza superior mientras los demás buscaban la superficie.
Raziel aparecería pronto para advertir a Loriel de las consecuencias de sus acciones y darle una oportunidad, encomendándole salvar el alma de Dargor y purificarla para que fuera una persona de bien nuevamente.
Por mientras, Rose y Arwald despertaban encontrando a Eric el Rey de Elnor en estado catatónico, al igual que el resto de la tripulación del Dragonship. Consternados buscaron alguna pista y encontraron a Loriel sobre las olas del mar tras su encuentro con Raziel. También observaron horribles criaturas saliendo del mar y amenazando las costas de Elnor. Decidieron no esperar a que Eric se recuperara y se apresuraron hacia la costa para lidiar con los monstruos.
Así Loriel y Baru contuvieron un enorme cangrejo atándolo con una cadena y un ancla, mientras Arwald y Rose se encargaban de dos enormes cocodrilos que diezmaban las falanges aliadas. Finalmente, el grupo completo se encargó de los chuuls, monstruos marinos que acababan con los civiles de la costa.
Eric pronto se recuperó y una vez en sus cinco sentidos apreció la situación y condujo a los heraldos a una misión: Robar un artefacto de las profundidades para aplacar los monstruos que aún yacían en el mar corrupto y que pronto amenazarían de nuevo a Elnor.
El Caballero de la Perdición
Arwald no compartía la moral de Eric. Robar no era algo que su código le permitía, y a diferencia de Eric, confiaba en que había una mejor solución. Así que en esta misión su compañero dracónico Aerak tuvo que acompañar solo a Rose y Loriel, debajo de las aguas y hacia las cavernas en el lecho marino. Dos sirenas de ojos grises los guiaron hacia las cavernas, donde con la astucia de Aerak, la sutileza de Rose y la valentía de Loriel, lograron obtener el aclamado artefacto, capaz de controlar a los espíritus del mar.
Mientras tanto, Arwald seguía su propia consciencia, que le decía que fuera a Thorald, la ciudad hermana de Elnor, que era también blanco de los ejércitos blasfemos de Akron. En su camino encontró a Dargor, Príncipe de la Montaña Oscura, quien le informó de la presencia de Akron en la cercanía. Aun así, el Príncipe de Ancelot continuó hasta Thorald, donde vio por primera vez, cara a cara, a la Reina del Horizonte Oscuro, la madre de Akron, esa maldita bruja que había dado su vida por poderes oscuros en un ritual que los ancestros de los heraldos habían logrado evitar. Ritual que había sido completado gracias a la Espada Esmeralda, ahora en manos del Señor Oscuro Akron.
Una lucha se suscitó y Arwald parecía tener la situación bajo control. Entonces le propuso un trato a la Reina del Anochecer, él habría de llevarse las mujeres y niños de la aldea, y se iría de allí hasta el próximo día. La Reina aceptó el trato y así, se firmó la perdición de la aldea de Thorald amigos míos. Decenas de futuras viudas y huérfanos siguieron al príncipe de vuelta hacia Elnor, donde Arwald tuvo otro encuentro violento con Eric, por el conflicto de opiniones que tienen sobre la guerra.
Benjamin tampoco tenía mucha paciencia y cuando los heraldos quisieron volver nuevamente a Thorald, sin la compañía del ejército, el maestro de Rose le ordenó que no asistiera a esa masacre. Rose no obedeció y Benjamin se vio forzado a obligarla.
La ira de Arwald puede convertirlo en alguien muy diferente, un demonio de fuego y venganza, un caballero de perdición.
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